Un agente clave en la transición

Hace unos pocos días se presentó el Proyecto de Ley sobre Transición Energética que, en líneas generales, busca “acelerar la participación de las energías renovables y limpias en la matriz eléctrica nacional, mediante un mayor despliegue de infraestructura de transmisión eléctrica, y así, habilitar el cumplimiento de las metas climáticas y ambientales establecidas en la Ley Marco de Cambio Climático”. 

Todos objetivos muy loables, y que dan cuenta de la necesidad de disminución de emisiones de gases efecto invernadero, en el cual el sector energía representa más de tres cuartas partes de nuestro inventario nacional, y donde uno de los actores más importantes es la generación de electricidad, siendo responsable del 37% del sector energía, de acuerdo a último inventario de emisiones de gases de efecto invernadero con data al año 2020.

Llama la atención que, cuando se habla de descarbonización o transición energética, poco se habla del rol de gas natural en este proceso.
Todos sabemos que la energías renovables no convencionales (ERNC) o también llamadas
energías intermitentes y que hoy tienen una capacidad instalada cerca de los 15.000 MW y una generación que representa aproximadamente un 35%, lideradas por las energías eólica y fotovoltaica con un 30%. La energía hidráulica (de pasada y convencional) representan un 20% de la generación. Es decir, las renovables representan, un 55% de la generación.

El otro 45% proviene de energía térmica, donde lo que preocupa es el carbón que aún
representa un 18% de la generación eléctrica y que tiene casi 4.000 MW de capacidad
instalada. 

¿Por qué, entonces, el rol de gas natural es tan importante en la transición energética? 

Varias razones. Lo principal es porque es capaz de proveer de energía de base, es decir, generación 24/7 y que las renovables no pueden aún entregar al sistema, y mientras esto no ocurra vamos a seguir dependiendo de la energía de base. En este contexto, hoy en forma realista, tenemos dos opciones, el carbón o el gas natural -y siendo el gas natural un 45% menos emisor de gases de efecto invernadero-, es lógico, natural y recomendable optar por esta fuente de energía.

También observamos en nuestra matriz eléctrica, que el rol preponderante que tenía hace algunos años la energía hidráulica, que en algún momento llegó a representar más de un 50% de nuestra generación eléctrica, hoy solo representa menos de un 20%, porcentaje que a causa de los efectos del cambio climático debería seguir disminuyendo. La pregunta que debemos hacernos entonces es, qué fuente de generación está reemplazando a este tipo de energía, que al tener un factor de planta (número de horas al año que genera energía) mayor al de las ERNC, uno puede razonablemente pensar que está siendo reemplazada por carbón.

Una tercera razón, es que nuestros vecinos argentinos cuentan con fuentes abundantes de gas natural a precios competitivos que debemos saber aprovechar. Recordemos que hoy el gas es la principal fuente de generación eléctrica de nuestro país con un 24%. Hoy hay gas argentino interrumpible cuya entrega a nuestro país aumenta. Junto a lo anterior, con la reciente inauguración de gasoductos locales para abastecer la demanda interna argentina la posibilidad de interrumpir el suministro a nuestro país es cada vez menor. 

Bien saben nuestros vecinos la oportunidad que tienen” bajo sus pies” de aprovechar este fuente de energía, y que asimismo la ventana de tiempo no es eterna, razón por la cual han apurado el tranco a fin de aprovechar esta enorme oportunidad, con exportaciones de gas no sólo a Chile, sino que también a sus otros vecinos y al resto del mundo.

Arturo Brandt
Asesor Estratégico CINERGIA

 

 

 

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